Cordoba perdió La Voz del Interior y no nos enteramos
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EN AGUIJONES DE LA HISTORIA: ¿ CUÁNDO FUE QUE LOS CORDOBESES PERDIMOS LA VOZ DEL INTERIOR Y NO NOS ENTERAMOS ? ESCRIBE: JUAN ANTONIO CASTRO TORRES
El fundador del diario LA VOZ DEL INTERIOR, Silvestre Rafael Remonda tuvo cuatro hijos: Pedro, Luis Federico, Juan, y Raul Silvestre. Cuando en la década de 1970 falleció el último de ellos, comenzó el lento y largo divorcio del diario con los cordobeses que culminó con su venta a capitales foráneos, al nacer el siglo XXI. Los descendientes de aquellos Remonda que mantuvieron el ideario fundacional, constituyeron una sociedad anónima con directorio incluido. Pero el crecimiento exponencial de las cuatro ramas familiares fue dificultando la conducción ejecutiva del diario hasta tornarla, por momentos, inmanejable, atomizada por mezquinos intereses sectoriales. Con todo, a partir de 1978, coincidiendo paradójicamente con la dictadura criminal, se produjo en el matutino cordobés una “revolución” en paz. Enseguida, en desenlace familiar y societario de “La Voz del Interior”. En 1978, mientras campeaba la dictadura genocida, La Voz, paradójicamente realizaba su “revolución en paz” hacia adentro y hacia fuera. Se consolidó como el gran diario del interior del país, a favor, entre otras cosas, del ocaso definitivo del decano LOS PRINCIPIOS. El presidente del directorio, Luis Eduardo Remonda y el director periodístico Jorge Remonda Ruibal, primos hermanos, por fin, se habían puesto de acuerdo en lo sustancial. Nadie los pudo parar. Con la oposición cerril de numerosos miembros del directorio, sus parientes, cambiaron de raíz la conducción ejecutiva de la redacción. Incorporaron profesionales de prestigio, pusieron al taller de composición bajo la órbita del secretario general y llegó el salto cualitativo del medio gráfico. En esa labor modernizadora tuvo mucho que ver el malogrado “Cachoito” De Lorenzi, primer diagramador incorporado al matutino, que trabajó muchos años en los SRT. La tapa del diario tuvo contenidos periodísticos por primera vez en la historia, puesto que hasta allí mostraba el comienzo de los avisos clasificados, bajo el logo LA VOZ DEL INTERIOR, como en la primera hora. Esta consolidación profesional, después de varios sofocones financieros prohijados por el tenebroso ministro Martínez de Hoz, trajo grandes réditos económicos. LA VOZ era un “banco” sólido y apetecible. Los vientos de bonanza, para propietarios y trabajadores, soplaron hasta el advenimiento de la democracia en 1983. Jorge Remonda fue tentado por el presidente Alfonsín y aceptó desempeñarse como embajador en Holanda. Ni lerdos ni perezosos, los parientes de Luis Remonda, un combativo nato, que se había hecho cargo de la dirección, comenzaron a erosionar su gestión hasta desplazarlo. Hubo inestabilidad permanente con la alta politización interna, hasta que en 1990 fue descabezada la conducción de la redacción, a cargo de auténticos profesionales, muchos de ellos con más de treinta años al servicio de la empresa. Los advenedizos perdieron el rumbo ex profeso. Allí se abría el camino para la desaparición de LA VOZ como vocero auténtico de la sociedad cordobesa. Pronto… El Avispero seguirá proyectando Aguijones de la Historia del más importante diario del interior de la Argentina. EN AGUIJONES DE LA HISTORIA: ¿ CUÁNDO FUE QUE LOS CORDOBESES PERDIMOS LA VOZ DEL INTERIOR Y NO NOS ENTERAMOS ?. ESCRIBE: JUAN ANTONIO CASTRO TORRES Luis Federico, el “payo”, Remonda fue el director más importante de LA VOZ DEL INTERIOR durante el siglo XX. Hijo del fundador del matutino, llegó a la conducción en la década del 60 y solo la muerte pudo apartarlo de su cargo. Honró los principios fundacionales que consolidaron el prestigio del medio gráfico. Ejerció con autoridad la representación de los cordobeses, más allá de ideologías condicionantes, en el marco de una conducta republicana. En los años donde irrumpían los gobiernos de facto con lamentable frecuencia, mostró su valentía y compromiso social, confrontando con el autoritarismo, y condenando el avasallamiento de las instituciones de la Nación. No por casualidad fueron los tiempos donde el diario sufrió numerosos atentados terroristas, por su defensa irrestricta de la Constitución. Enseguida, la actitud de La Voz del Interior de antaño, frente a las dictaduras y frente a sus propios trabajadores. En 1974, con un gobierno constitucional, fue atacada reiteradamente la sede de la redacción de La Voz del Interior ubicada en la tradicional casona de Colón 39, con bombas y simulacros de tiroteos nocturnos, por los techos de la zona. El más grave ocurrió en enero de 1975 cuando destruyeron la rotativa con una bomba de alto poder explosivo, en barrio Alta Córdoba. No pudieron acallarlo, y el diario estuvo en la calle al día siguiente denunciando la barbarie. Con los periodistas; Remonda mantuvo una conducta altruista de igual valía. Jamás preguntaba sobre la ideología; solo valoraba sus cualidades personales y profesionales. Trabajadores que se iniciaron bajo su gestión en las categorías más modestas del taller gráfico, fueron ayudados para que progresaran en sus estudios hasta alcanzar títulos universitarios. Jóvenes del sector de maestranza pronto aprendían alguna tarea de mayor jerarquía, por aquellos años, como la de fotógrafo o tipógrafo, y el “Payo” los promovía a la tarea profesional. Fundó la Mutual de Empleados y Jubilados de LA VOZ DEL INTERIOR, de intensa labor social, cultural y deportiva, a lo largo de décadas. De los congresos, talleres y seminarios, de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), por su iniciativa, participaban periodistas de todas las jerarquías para adquirir nuevos conocimientos. Durante su mandato el diario recibió múltiples distinciones, nacionales e internacionales. Simple y campechano, con la pipa humeante en la boca, cálido y ocurrente, diariamente conversaba con los redactores interesándose por sus problemas. El Payo, irónico y sutil en la esgrima verbal, enfrentaba a jueces complacientes con las dictaduras, que intentaban someter su espíritu indomable. Les hacía saber su desagrado, con los generales golpistas, y con sus genuflexos funcionarios civiles que intentaban “catequizarlo”. Nada fue igual en LA VOZ DEL INTERIOR, después de que el ingeniero Remonda falleció. Jorge y Luis Remonda, heredaron su espíritu en defensa de la sociedad cordobesa, pero el vacío que dejó el “Payo” jamás pudo ser ocupado por nadie. Será por eso, que el matutino centenario ya no está en el corazón de la ciudad. Se fue a los extramuros, al norte comercial y adocenado.
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