PRIMERA PARTE
LAS HUELLAS EN CÓRDOBA DEL LEGENDARIO
ACORAZADO NAZI GRAF SPEE. ESCRIBE: MARCOS CALLIGARIS
El viaje por los serpenteantes caminos
del Valle de Calamuchita me deposita en la casa de Fritz Sander y su mujer,
Gerda.
Fritz, o Federico –como lo llaman
algunos en Villa General Belgrano- es el último marinero, al menos en esta
ciudad, del legendario Admiral Graf Spee, uno de los acorazados insignia del
régimen hitleriano, y que fuera autohundido a inicios de la Segunda Guerra
Mundial en el puerto de Montevideo.
Inmediatamente su mujer toma la
delantera preguntándome sobre qué pienso hablar con Fritz.
“Sucede que ya vinieron varias veces y
le hicieron preguntas capciosas, lo único que les interesaba saber es si había
algún nazi acá en el pueblo,” reprocha.
“Los nazis… ¿cuántos años pueden tener?
¡Por favor!.. ¿Noventa años? Ya no hay. Habrá habido, pero yo no conozco a
ninguno” añade.
Considerado en su momento como una obra
maestra de la ingeniería naval, la misión del Graf Spee consistía en actuar
como corsario en el Atlántico sur.
Apoyado por su buque de abastecimiento,
el petrolero Altmark, sus órdenes eran hundir buques mercantes británicos sin
entrar en combate con fuerzas enemigas considerables, amenazando de esta forma,
vitales líneas de suministro aliadas y distrayendo unidades navales británicas
de sus bases, en otras partes del planeta.
“El Graf Spee había salido el 21 de
agosto de 1939, en primera instancia, a realizar otro tipo de tareas y de un
día para el otro, luego que se declaró la
guerra, el 3 de septiembre de 1939,
les dieron la orden de hundir barcos mercantes”, recuerda Fritz.
“Inglaterra y Francia nos declararon la
guerra el 3 de septiembre y nosotros ese mes ya estábamos en el Atlántico Sur.
Esperamos hasta el 20 de septiembre, porque Alemania ofreció dos o tres veces
la paz, pero ellos se negaron y justamente el 27 de ese mes, recibimos la orden
de comenzar con el hundimiento de barcos de carga” añadió.
Con un resabio de tonada alemana, el ex
marino recuerda: “La primera acción que realizamos fue el 27 de setiembre
hundimos el primer buque inglés enfrente de Pernambuco, en Brasil.
El segundo hundimiento fue un mercante
inglés, pero ya en la ruta del Atlántico Norte.
Estos hundimientos causaron mucha
inquietud en los ingleses, ya que en muy poco tiempo el Graf Spee se había
trasladado de una punta a otra.
Luego de eso, en noviembre nos
encontrábamos en el Océano índico y hundimos un petrolero frente a la costa de
África Oriental.
De ahí retornamos al Atlántico por el
Cabo de Buena Esperanza. Y en esa ruta hacia Freetown, hundimos tres buques
más. Los ingleses nos buscaban con buques y cruceros”.
Fritz Sander fue uno de los tantos
marinos alemanes, que luego de la destrucción del buque en Uruguay -bajo las
órdenes de su propio capitán Hans Langsdorff- se quedó en Argentina y formó
aquí su familia.
Trabajó primero en una compañía de
electricidad de Buenos Aires hasta que un día conoció a Gerda, de quien se
enamoró.
Así y todo, en un momento decidió
regresar a Alemania, pero su joven novia lo quería de regreso y le costeó el
pasaje de vuelta.
Aterrizó en Villa General Belgrano,
luego que su médico, debido a los problemas respiratorios le recomendara algún
lugar de Córdoba para vivir.
SEGUNDA PARTE
Fritz Sander vivió durante un año y
tres meses en el Graf Spee.
Para él ese período fue toda una vida,
y los recuerdos lo invaden cotidianamente.
“El Graf Spee era el barco más moderno,
por eso la orden que venía de Inglaterra era destruir la nave, que era muy
sofisticada. Durante la última batalla sufrimos daños en la estructura, hubo 20
impactos que causaron 56 muertos. Si bien los daños eran menores, había mermado
nuestra provisión de municiones. Finalmente, en esas condiciones, nos dirigimos
al Río de la Plata y entramos al puerto de Montevideo. Los uruguayos avisaron
que no iban a colaborar, nos daban 72 horas para reparar el buque, pero debido
al daño producido necesitábamos al menos una semana. Por ello, el buque fue
hundido por su capitán Hans Langsdorff” rememora Fritz con sus ojos azules como
perdidos en el tiempo.
Sobre la vinculación con el nazismo, el
ex marinero relata: “Yo trabajaba en una fábrica en Buenos Aires donde éramos
todos alemanes y por eso creían que yo tenía conexiones con uno, con otro, con
el que construyó el (avión) Pulqui, y a ese avión sólo vi en Palermo, cuando
pasó volando, pero no tengo ningún contacto. En el caso del Graf Spee, La
oficialidad era nazi, puede ser, pero ellos (los soldados) no. Nosotros somos
alemanes como cualquier otro”.
Fritz Sander reflexiona finalmente:
“Hay que mencionar al Capitán Hans Langsdorff, fue él quien salvó a la
tripulación. En cuanto llegamos nos llevaron en un barco complementario, y
cuando el capitán vio que todos los soldados estábamos a salvo en migraciones
de Buenos Aires, se suicidó”.
Fritz y Gerda, en la tranquilidad de un
pueblo que ha sabido acogerlos como hijos, imaginan y planean un inminente
viaje de placer que los llevará como cada vez que pueden a su siempre añorada y
nunca olvidada Alemania.
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